Los Genios No Deben Morir: Ascenso y Caída de Galliano & McQueen

Dos de los documentales mas significativos de la moda: McQueen” (2018) y el recientemente publicado, “Ascenso y caída: John Galliano” (2023) se encuentran actualmente en la plataforma MUBI. Estos dos documentos cuidadosamente curados en su narrativa y parte visual abordan en cada uno la trayectoria de dos de mis diseñadores favoritos. En ellos se muestran paralelismos evidentes entre ambas historias, que se desarrollan desde la joven genialidad hasta culminar duros episodios de tragedia de estos prodigios británicos que transformaron la alta costura francesa.

La historia de Galliano y McQueen se da en distintos momentos, pero inicia dentro del entorno de la clase trabajadora londinense, desde donde ambos desarrollan una admiración hacia su madre, en contraste con una relación complicada con la figura paterna. El interés en la moda se revela como su refugio y una obsesión por crear y aprender cada vez más, en medio de dos momentos muy interesantes para la cultura británica en la moda: los 80s y 90s.

Galliano, comienza su historia en la moda durante la época de Thatcher y el auge del movimiento de los New Romantics, al ritmo de Siouxisie & The Banshees y Spandau Ballet; mientras Lee, lo hace durante los años 90s, en medio de la era de las super modelos. Ambos, ansiosos por aprender cada vez más y empezar a crear. Pero su época de aprendices no son poca cosa, Galliano comienza como vestuarista en el National Theatre de Londres, y McQueen lo hace entrenándose con los sastres de Savile Row; todo esto previo a realizar sus estudios formales en la escuela de moda más prestigiosa del mundo: Central Saint Martins.

´I Know Better Than You´

La genialidad suele ir acompañada del síndrome del impostor, y otro de los paralelismos entre McQueen y Galliano fue su tendencia a atormentarse después de cada colección. Ambos atravesaron períodos de precariedad económica antes del éxito, aunque el dinero nunca fue un impedimento para que estos prodigios del diseño, con presupuestos limitados, crearan colecciones envidiables y altamente emocionantes, que, hasta el día de hoy, pocos o nadie, han logrado superar.

Su background modesto jamás fue un obstáculo para lograr algo relevante; ambos estaban determinados a alcanzar el éxito. Sus habilidades adquiridas durante años de práctica, su curiosidad incesante y su capacidad para adaptar leyendas, historias e inspiración tomada de sus propias vivencias, acompañadas de formas innovadoras, hicieron que en el camino encontraran a muchas personas dispuestas a ayudarles a llegar a la cima.

En su camino al éxito, encontraron soulmates que creyeron en ellos, aunque muchos fueron quedando atrás con el pasar del tiempo. En 2007, la muerte marcó un antes y un después en sus relaciones más significativas. Para Lee, fue su descubridora, la excéntrica Isabella Blow, quien lo impulsó contra todo y todos para lograr que creyeran en McQueen. Para John, fue Steven Robinson, su design assistant y amigo, quien lo apoyaba tanto en el excesivo trabajo como en su vida personal. Robinson murió trágicamente ese mismo año. Desde entonces, ambos iniciaron una espiral hacia la caída.

De la cima, al escarnio y la muerte.

Después del duro golpe que sufrieron tras perder a personas tan significativas en 2007, Galliano y McQueen cayeron en un proceso autodestructivo. A partir de entonces, se les veía demacrados y ensombrecidos, aunque continuaban creando colecciones cada vez más impresionantes, lo que distrajo incluso a sus más cercanos del frágil estado en el que se encontraban.

Para Lee, el golpe final que lo llevó a terminar con su vida fue la muerte de su madre, la persona más importante para él, quien le daba fuerzas para seguir adelante tras la dura pérdida de Issie. El 11 de febrero de 2010, pocos días después de su fallecimiento, McQueen tomó la trágica decisión de quitarse la vida.

Para John Galliano, la muerte no fue literal, sino profesional, y llegó un año después con el incidente en el café La Perle, en París, en 2011. Al parecer, fueron más de dos episodios en los que lanzó comentarios agresivos y racistas hacia otros clientes del lugar, un comportamiento que reflejaba a un Galliano perdido entre el alcohol, el desánimo, el exceso de trabajo, los estimulantes y las pérdidas. Aunque este suceso fue una tragedia para su vida y carrera, lo salvó de un destino similar al de McQueen.

Mucho después, pudo resurgir gracias a Maison Margiela, porque el prodigio no muere en él. Aunque muchos le han dado su perdón y otros no, en el documental aún se percibe en él un gran peso emocional y su deseo de seguir recuperándose, incluso 14 años después de aquellos terribles sucesos.

Los Genios no deben morir.

El exceso de trabajo, la dura dinámica de la industria de la moda, la fama y el ego que surge cuando haces las cosas demasiado bien pueden llevar a seres sensibles, como estos dos diseñadores, a colapsar de la forma más terrible. En los últimos años, la presión en la moda ha llevado a otros diseñadores a decir «basta» y a visibilizar este problema dentro de este sistema, para luego retirarse en busca de la paz que surge al crear por placer y no por mandatos corporativos o ego.

Ambas historias, especialmente la de John Galliano, son relatos de éxito, ego, tristeza, adicciones y destrucción, pero también de belleza y perdón. Nos muestran cómo, detrás de colecciones hermosas, puede haber alguien que sufre un dolor intenso, y la necesidad de aceptar el lado humano de estos genios, que también tienen un lado oscuro, sufren y necesitan un perdón sanador, tanto de otros como de ellos mismos.

«Ascenso y caída: John Galliano» (2023) Nicholas Matthews/ Filmin

«McQueen» (2018) y «Ascenso y caída: John Galliano» (2023) son documentales llenos de emoción que me hicieron apreciar aún más a estos diseñadores, no solo por su trabajo, sino también por sus luchas internas. Muchos se negaron a ver sus sombras entre tanta luz y a brindarles la ayuda adecuada en su momento. De haber sido así, tal vez la historia sería distinta para ellos y para la industria de la moda, porque, como diría Mecano: «Estamos justos de genios.»

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